Qué esperas para entregarte a la vida

Una clave importante para no padecer la vida sino para vivirla plenamente es la relación que tenemos con las emociones. Es tradición familiar, social, cultural religiosa… estigmatizar emociones, sancionarlas, mirarlas como “buenas” o “malas”. Pero, contrario a esto, las emociones no son ni buenas ni malas. Es cierto que hay algunas más deseables o más agradables que otras, pero eso no las convierte en buenas y malas.

Dentro de esta rotulación de las emociones hay algunas mejor vistas en los hombres que en las mujeres o viceversa. Por ejemplo, está bien que una mujer sea sensible y llore, pero no que se enoje porque se ve feo. O está bien que un hombre se enoje desde el prototipo del “macho”, pero que llore. Y aunque esto ha ido cambiando, los modelos de conexión y expresión emocional aún permanecen en el inconsciente individual y colectivo. Y esto tiene implicaciones no solo en la asociación de las emociones a los géneros sino también a las energías femeninas y masculinas (que son independientes del género).

Sumado a esto, otra razón para tener una mala relación con las emociones es el miedo que a veces tenemos de ser sobrepasados y no poder salir de ellas. El miedo de perdernos en la emoción y no lograr sobreponernos, de no tener las herramientas para resolver las emociones intensas; además, de tener muchas veces mandatos sociales y familiares de ser fuertes.

Estas emociones, con las que todos los días tenemos contacto, pueden ser un trampolín para la vida, unas poderosas herramientas para sanar, transformarnos y avanzar hacia lo que queremos. O pueden ser un obstáculo, un agujero oscuro del que no logramos salir. Pero un camino o el otro no dependen de las emociones sino de lo que hacemos con ellas. Todos depende de cómo las asumimos y del permiso que nos demos para mirarlas de frente, recibirlas y aprender de ellas.

Algunas ideas para hacer de las emociones nuestras aliadas:

  • No hay emociones buenas ni malas. Solo hay emociones. Lo que es “bueno” o “malo” es lo que hacemos con ellas.
  • Cada emoción que llega a tu vida tiene una razón, una causa y es una fuente de aprendizaje.
  • El paso a paso con las emociones incluye: darnos el permiso de sentirlas, reconocerlas, expresarlas sanamente, liberarlas y aprender.
  • Es necesario buscar caminos sanos de expresión. Escribir, dibujar, hablarlo con alguien, el ejercicio físico, entre otros. Incluso hay quienes necesitan expresar la emoción físicamente. Por ejemplo, en el caso del enojo puede ser necesaria una expresión sana como golpear un cojín, un saco de boxeo, gritar en un espacio privado y seguro. La única condición para esto es no hacernos daño, a nadie ni a nada.
  • La forma rápida y efectiva de recuperar el equilibrio en medio de una emoción fuerte es la respiración. Si utilizamos una respiración adecuada no hay que tener miedo de no salir de la emoción. La mejor respiración para esto es abdominal (lo primero que se expande cuando entra el aire es el estómago y luego el pecho. Al exhalar, lo primero que se contrae es el pecho y luego el estómago), en 4 tiempos (inhalar, retener, exhalar y esperar), y con la mano derecha sobre el estómago y la izquierda sobre el pecho.