El mundo de las víctimas y cómo salir de él

El mundo está lleno de víctimas, no solo de aquellas a las que la vida las ha enfrentado con situaciones traumáticas y dolorosas. La mayor cantidad de víctimas están entre las personas que viven vidas comunes y corrientes, seguramente demasiado comunes y demasiado corrientes

Una víctima o alguien que cree serlo:

  • No encuentra los recursos para construir una vida tranquila, abundante y feliz.
  • Se encuentra constantemente con bloqueos y saboteos.
  • Se siente derrotada, cansada y frustrada.
  • Se identifica más con sus “defectos” que con sus virtudes.
  • No concreta lo que quiere. Algunas veces ni siquiera sabe lo que quiere.
  • Se resigna a la vida que tiene.
  • Pasa más momentos tristes o enojados que felices.
  • Se acostumbra a recibir poco. Muchas veces ni siquiera se pregunta si merece recibir más.
  • Tienes dificultades para decidir y actuar, en especial cuando se trata de lo que le hace bien.

Llegar a ser una víctima es muy fácil y quedarse siéndolo todavía más. Algunas situaciones son reales y muy dolorosas. Otras tienen relación con lo que cargamos sin saberlo y que nos lleva a asumir diferentes roles en nuestra vida, como el de víctima.

Pero ni aún las situaciones reales más fuertes pueden determinar que nos quedemos sin herramientas para la vida y que la vida sea pobre, desconectada y sin gracia. Depende del camino que elijamos: dejar de ser víctima es una decisión. Todos tenemos el poder de cambiar de vida, de construir la vida que deseamos.

Para dejar de ser víctima:

  • Reconocer el dolor es el primer paso para salir del lugar de víctima. Reconocer el dolor como un acto de mirarse, mirar las sombras para después encontrar la luz. Una víctima que no reconoce el dolor lo tendrá siempre como un ancla que no le permite el movimiento en la vida. “Reconozco el dolor que siento” “Reconozco el dolor que me causaste”. “Reconozco el dolor que la situación me causó”.

 

  • Reconocer y confiar en que a pesar de que a veces no lo parezca, todos tenemos las herramientas que necesitamos para resolver las situaciones dolorosas y para construir la vida que merecemos. Una víctima cree que no tiene las herramientas, que no puede. El primer paso es confiar en que si las tienes y en que si puede. Así puede mirarse de otra manera. Nadie carece de nada, solo es necesario limpiar lo que está en la superficie para encontrarlo.

 

  • Soltar todo lo que no corresponde, todas las cargas que se han llevado toda la vida y los roles impuestos que vienen con el guión familiar es otro aspecto muy importante para dejar de ser víctima. Porque muchas veces quienes parecen víctimas no han vivido ninguna situación en particular que los lleve a eso. Simplemente han asumido el rol por lealtad a la familia y por seguir sus mandatos. Así, se es víctima en honor a otros. “No tengo que seguir a nadie”. “No tengo que repetir el papel de víctima”. “Mi única lealtad es ser feliz”. “Reconozco a las víctimas y no me identifico con ellas”.

 

  • Ser víctima es un personaje que creamos a partir de las situaciones e influencias que vivimos, a partir de las creencias y la desconexión con la vida. Y ese personaje crea, a su vez, las situaciones que le confirman que es una víctima. Si soy víctima encuentro un victimario. Si soy víctima encuentro situaciones en las que me siento aplastado, paralizado y empobrecido. Creamos la vida según el personaje que somos. Si cambiamos el personaje y empezamos a definirnos de otra forma, la vida también empieza a cambiar.

 

  • Cada quien es responsable de su vida. Cada persona tiene el poder de transformar su vida y puede decidir qué quiere vivir y cómo lo quiere vivir. Ser víctima es solo un estado, que puede ser temporal o definitivo según la decisión que tomemos, aquí y ahora.

 

Jorge Arce Hernández