Ten cuidado con la vida que eliges
La vida dura
Hace unos días encontré un aviso en una pared de un centro comercial que decía: “El trabajo duro te traerá recompensas en la vida”. Inmediatamente pensé en cómo la vida se crea a partir de lo que creemos de ella. Y pensé también en la cantidad de frases como esa que escuchamos desde que somos niños y marcan el camino de nuestra vida. Seguramente más de una vez escuchaste frases como esta o, tal vez, alguna parecida a las siguientes:
- “Para lograr lo que quieres necesitas hacer sacrificios”.
- “Sin dolor y sacrificio no obtienes la felicidad”
- “No importan los sacrificios que tengas en la vida, tendrás las recompensas que esperas”.
- “ La vida es un valle de lágrimas”.
- “La vida es dura”.
- “No hay felicidad completa”.
- “Después de una alegría viene una tristeza”.
- “Los que sufren tendrán mayores recompensas”.
Estas son algunas de las frases que marcan el camino de la vida como un designio, como un libreto que seguimos al pie de la letra. Y así, desde la infancia, construimos una idea de la vida que muchas veces se aleja de la vida feliz, fluida, tranquila, abundante y amorosa que está disponible para todos.
Desde las vivencias y creencias de nuestros ancestros y de la información que recibimos todos los días de la cultura, el contextos social, la religión, los medios de comunicación… “aprendemos” que la vida es esa que se describe en frases como las anteriores y quedamos convencidos que así es.
Para mi, como para muchos, la vida fue así durante mucho tiempo. Crecí convencido de que la vida era dura y de sacrificios, mientras veía a mi mamá sacrificándose y trabajando muy duro para sacar la familia adelante, porque mi papá murió cuando éramos muy pequeños. Al mismo tiempo mi tía, muy cercana, hacía lo mismo, con el agravante de tener que hacerlo en otro país. Y así viví por muchos años mi vida, dura y con sacrificios, leal a esa idea y con la certeza de que no había otro camino.
Con esto, además de compartir un poco de la historia que me lleva a hablar de este tema, quiero mostrarte que esas creencias no aparecen de la noche a la mañana. No me levanté una mañana y se me ocurrió de repente que la vida era dura. Fue una construcción gradual a través de los años y a través de lo que viví, escuché y me dijeron de diferentes maneras. Pero la vida es mucho más que eso, como lo explicaré en el siguiente aparte.
Otra mirada sobre la vida
La vida, tal como la vives hoy, es una consecuencia de lo que crees de ella, de aquello en lo que te enfocas todos los días. En otras palabras, lo que cosechas hoy es lo que sembraste ayer, el mes pasado, hace varios años. Y esto no es algo que sucedió de repente, sino que fue construido a través del tiempo y de las experiencias.
Pero, aunque no lo parezca, esta vida que tienes hoy es solo una opción entre muchas, es un camino que bien podrías ser diferente. No solo en cuanto a los acontecimientos sino en cuanto a la vivencia misma de la vida, a la forma de verla y de asumirla.
Por eso, la vida dura y de sacrificios en algún aspecto o en todos es solo una opción. Lo que quiere decir que la vida podría ser maravillosa, tranquila, abundante, llena de amor. Ese también es un camino, aunque a veces parezca lejano, aunque estemos acostumbrados a lo otro, muchas veces sin ni siquiera ser consciente de eso.
Me imagino esta creencia sobre la vida dura y otras creencias que nos limitan como si fuéramos marionetas llevadas por los titiriteros (las creencias) hacia donde corresponde. Como si dijeran: “a este que cree que la vida es dura lo llevamos por el camino que se lo confirma”. También me imagino que vamos por la vida con tapa ojos como los que ponen a los caballos de carga para que no miren más que al frente. De esa manera no vemos las otras posibilidades que existen y muchas veces ni siquiera contemplamos que están ahí.
Lo primero para empezar a buscar un camino diferente en la vida, bien sea de pequeñas cosas o de la vida entera, es dejar el piloto automático y asumir las riendas de las vida, quitarnos los tapa ojos, identificar a los titiriteros y desarmar los hilos que nos conducen por los caminos que no escogimos. La vida no es lo que nos tocó o lo que nos dijeron, la vida es lo que queramos que sea, y el trabajo empieza aquí y ahora.
En la siguiente parte te hablaré del mecanismo con el que funcionan estas creencias.
Por qué funcionan las creencias
Una vez somos conscientes de que la vida es lo que queramos que sea y una vez nos quitamos los tapa ojos, es importante tener claro el mecanismo que hace que estas creencias sobre la vida sean tan poderosas, tanto que parece que así es. Además, una vez conoces el mecanismo, es posible empezar a usarlo a tu favor, es decir, ponerlo al servicio de conectarte con la vida que quieres y que mereces.
Lo más importante para tener en cuenta respecto a este mecanismo es que, aunque esa idea de, por ejemplo, la vida dura permea todo lo que somos, la que “la comanda” es la mente. Y la mente, que es muy poderosa, actúa completa para disponernos a llevar a la practica las ideas que tenemos. Por eso, si piensas que la vida es dura, así será. Si piensas que la vida es maravillosa, así será. Es algo así como la famosa frase: “Pienso, luego existo”. Solo que depende de lo que pienso, de esa forma existo.
Y no es una simple ecuación mágica. No porque simplemente piense en que quiero un carro rojo me va a aparecer mágicamente un carro rojo con un moño en la entrada de mi casa. Lo que hace la mente es disponernos de adentro hacia fuera, crear condiciones internas que nos disponen de cierta forma para crear las condiciones externas. De esa manera, si estoy enfocado en que la vida es dura, me dispongo adentro para construir con mis pensamientos, emociones y acciones esa vida dura.
En este proceso la mente funciona con los dos hemisferios, cada uno con una participación particular: el hemisferio izquierdo (racional, lógico, lenguaje verbal) se concentra en las afirmaciones: “la vida es dura”. El hemisferio derecho (imaginación, creatividad, intuición) se concentra en las imágenes: situaciones, escenas, momentos de tu vida o la de otros que confirman que la vida es dura. Por supuesto que estas situaciones son consecuencia de la misma creencias. De esa manera se da una permanente autoretroalimentación que hace más sólida y poderosa la creencia. Es decir, creo que la vida es dura y tengo una situación que tiene relación con eso. Luego, esa misma situación se convierte en una imagen para fortalecer la creencia. Y así sucesivamente mientras estemos en el piloto automático.
Una vez conocido el mecanismo con el que actúan las creencias es necesario, como siguiente paso, identificar cuándo aparecen. De eso hablaré en el siguiente aparte.
Cómo identificar las creencias que te limitan
Si la vida es maravillosa. Si la vida es tranquila, abundante, liviana. Si está llena de buen amor y fluye armónicamente, la mejor forma de identificar cuándo vives dentro de una creencia que te limita es identificar en qué momento vas en contravía con esto.
Las creencias que te limitan aparecen en la vida cotidiana, en cualquier momento. Gran parte de lo que te sucede hoy y lo que te sucederá mañana tiene relación con estas, aunque muchas veces están tan incorporadas que no las ves. Como decía al comienzo, cuando creía que la vida era dura, para mi esa era la única posibilidad, no había otra. Y tampoco me lo preguntaba, simplemente asumía que así era (tenías los tapa ojos bien puestos).
Por eso, la mejor forma de identificar cuándo caes en una creencia que te limita, es cuando sucede algo que va en contravía de lo que realmente es la vida. A partir de hoy, si así lo quieres, fortalece tu capacidad de auto observación y de darte cuenta. Esta es, además, una buena forma de empezar a conectarte con el presente, con el aquí y el ahora, que es lo único que tienes. Y es, además, el único momento en el que puedes hacer algo por ti y por trabajar en tus creencias.
Ten en cuenta que cualquier situación o persona que te conecte con intranquilidad, agobio, angustia, incomodidad o malestar, seguramente tiene relación con una creencia que limita la conexión plena con la vida. No quiere decir que no puedas tener situaciones difíciles, que no tengas momentos de enojo, tristeza o miedo, pero si está acompañado de intranquilidad, agobio, angustia, incomodidad o malestar es síntoma de una creencia del estilo: la vida es dura, el amor es complicado, hay que sacrificarse mucho, etc. Es diferente, vivir un enojo con tranquilidad que con angustia. Es diferente tener una situación difícil en tu vida a creer que la vida es difícil.
Ese momento en el que identificas una creencia que te limita es clave para empezar a modificarla, que es parte de lo que te hablaré en la última parte de ese texto.
Cómo empezar a cambiar las creencias
Para empezar a cambiar las creencias que te limitan son necesarios varios pasos:
- Ser consciente que la vida que tienes es solo una opción. Que la vida no es lo que tocó o lo que te dijeron sino lo que quieras que sea.
- Quitarte el “tapa ojos” y empezar a contemplar las diferentes posibilidades.
- Conocer el mecanismo por el que las creencias limitantes son tan poderosas.
- Identificar cuándo caes en esas creencias.
- Aprender a enfocarte en lo que quieres y no en lo que no quieres, que es de lo que te hablaré ahora.
Al comienzo de este texto te decía que aquello en lo que te enfoques es lo que termina por suceder, que aquello que siembres es lo que cosechas. De esta manera, cuando te enfocas en lo que no quieres, eso es lo que sigue sucediendo, así no lo quieras. Por ejemplo, si no tienes todo el dinero que necesitas y te enfocas en esa escasez, seguirás sin tenerlo. Ahora podrías decir: “¿y si no tengo ese dinero, en que más podrías pensar?”.
Aunque eso es lo que te sucede hoy, la tarea que tienes por delante es empezar a enfocarte en lo que quieres. Podría decir que se trata de un doble enfoque: es importante resolver lo que te sucede hoy (como la falta de dinero), pero enfocado en lo que quieres: tener mucho dinero. Esto para poner un ejemplo. Para irnos a la reflexión general con la que empecé este texto: si tienes una vida dura en cualquier aspecto de tu vida, resuélvelo, vívelo con tranquilidad, pero mientras tanto enfócate en la vida tranquila y maravillosa que quieres. Ese es el doble enfoque.
Recuerda el mecanismo en el que intervienen los dos hemisferios y utilízalo para fortalecer ese enfoque. Construye afirmaciones sobre lo que quieres. A mi me sirve mucho empezar por una muy general y desde ahí plantear las otras: “mi obligación es ser feliz”. Después, crea una imagen detallada para acompañar esa imagen. No olvides que el trabajo conjunto de los dos hemisferios hace que este ejercicio sea tan poderoso para crear la vida que quieres como lo ha sido hasta ahora para las creencias limitantes.
Además, cada vez que te encuentres actuando desde una creencia limitante, haz el cambio por lo que quieres. Por ejemplo, si te encuentras en una relación afectiva que es difícil y tienes alguna situación particular que te lo recuerda, en ese momento enfócate en lo que realmente te gustaría. Trabaja con la afirmación y con una imagen detallada en la que visualices lo que quisieras.
Poco a poco desarrolla el hábito de trabajar con tus creencias. Haz lo que te corresponde y enfócate en lo que quieres.
Jorge Arce Hernández