Ser feliz no es una utopía
Jorge Arce Hernández
El aliento intenso y maravilloso de la vida se recrea en los amaneceres del mundo, se asoma por las ventanas de las almas y en el alma del universo, como se asoma la felicidad cada vez que respiramos, aunque muchas veces esas ventanas están cerradas y somos nosotros quienes lo hacemos.
Como dice Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares, la felicidad nos da miedo. Por eso nos cuesta tanto asumirla como algo real, porque implica dejar atrás aquello que hemos cargado toda la vida, lo que no nos corresponde pero nos da una sensación de seguridad y de costumbre, porque significa tomar una decisión por nosotros sin pensar en las decisiones de los otros. Nos da miedo porque desde niños, y en muchos casos desde antes de nacer, hemos ido cultivando la culpa y la lealtad ciega, a costa de nuestro bienestar. La lealtad a nuestro padres que no tuvieron una buena vida o se sacrificaron por nosotros; la lealtad a las parejas que tuvimos y que no han encontrado un buen camino; a los viejos amores idealizados; a la certeza de la vida como un sacrificio sin merecimientos; a la herencia emocional de nuestras familias; a quienes ya se fueron; a la costumbre de dar todo y recibir poco.
Para ser felices necesitamos mirar de frente la vida, despertar cada día comprendiendo que lo más importante escapa a nuestro control (la respiración que nos trae la vida, el movimiento del corazón que late al unísono con el universo, la energía recorriendo nuestro cuerpo…). Para ser felices necesitamos cuidarnos y contemplarnos con amor, reconociendo que merecemos lo que tantas veces nos negamos, afirmando que la única lealtad posible con aquellos a quienes amamos y agradecemos es ser felices. Es cuestión de decidir y de ser valientes.
Esto no implica que, como en cualquier camino, aparezcan los baches y los hendiduras, las grietas y los sobresaltos, pero aún esos momentos pueden ser vividos de forma diferente si desde hoy cambiamos la mirada, si comprendemos que la felicidad es la regla y no la excepción.