El amor que sana, el amor que daña

Andrea Jaramillo Hernández

Podemos creer que si amamos a alguien y somos amados, no es posible herir o ser heridos. De hecho, cuando hacemos cosas por los otros, y estas no les agradan tanto, nos excusamos diciendo: “lo hice por amor”. Lo mismo decimos cuando traspasamos nuestros límites y hacemos lo que no pensamos hacer nunca.

Amar es un acto misterioso y poderoso, tan fuerte que nos enlaza a muchas generaciones de nuestros ancestros a través de dinámicas, patrones y conductas que no siempre nos hacen felices.

Por amor podemos querer ser abogados como nuestro papá, abuelo, bisabuelo…, aunque no nos guste el derecho; podemos elegir parejas parecidas a nuestros padres y replicar matrimonios infelices; podemos enfermar para seguir en la muerte a algún pariente; podemos asumir un rol que no nos corresponde para aliviar la carga de otro, etc.

Además, la dinámica del amor es cósmica y primordial. No solo alimenta nuestros vínculos sino que sostiene el movimiento y el desarrollo continuo de la vida en el universo: el amor es una fuerza constante que nos conduce a la evolución.

Cada dinámica de amor en nuestra vida es un espejo que nos está mostrando aquello que debe ser trabajado, sanado, perdonado, abrazado, recordado o mejorado. Incluso si ese amor ha dañado, sigue siendo una oportunidad vital de tomar las riendas y hacernos cargo para liberarnos, para abrirnos más genuinamente, para vivir con más consciencia, para saber que merecemos más.

Y en cada etapa de desarrollo en la que estemos, viviremos el amor de diferente manera, es decir,  a medida que crecemos y cambiamos, aprendemos del amor y aprendemos a amar mejor.

El amor es un camino para encontrar la más grandiosa fuerza adentro, que nos hace romper lo que nos limita y esclaviza, que nos inspira a buscar lo más elevado, que nos impulsa a convertir las piedras interiores en diamantes, que nos abre las puertas a universos mejores y maravillosos… pero tenemos que aprender a ver el camino.

Ten en cuenta:

  • Es necesario sanar las herencias familiares y las lealtades que sostienes, que te quitan fuerza y te bloquean. Deja de repetir historias, de creer en condenas. Revisa que no lo estés haciendo sin darte cuenta.
  • Lo que vives es resultado de la creencia que tienes de cuánto amor mereces en la vida. Revisa esa creencia. No te contentes con poco.
  • Hazte cargo de tus responsabilidades y de tu propia vida. Deja de cargar historias ajenas.
  • Aprendede la naturaleza del amor. Comprende cómo funciona el amor y cómo lo vives. Realiza los cambios necesarios para amar mejor y permitir que te amen mejor.
  • Conéctate con la fuerza primordial del amor(más allá de los vínculos que tengas), que hace posible la transformación de tu vida.
  • Convierte las heridas del amor en una experiencia de liberación y plenitud.