¿Cuál es tu herida emocional y cómo aprovecharla?
Todos tenemos un dolor central, que va apareciendo en la vida en diferentes momentos pero de manera similar, situaciones dolorosas con un sabor parecido. Hay algo que nos duele más que cualquier otra cosa.
Rumi decía: “la herida es el lugar por donde la luz entra”, aquel dolor profundo, sostenido a lo largo de la vida nos está mostrando un camino, un gran potencial… es la herida y su dolor el camino a la sanación.
Cada vez que ese viejo dolor vuelva a tu vida, recíbelo y contémplalo con gratitud, con cada nuevo arribo puedes mirarlo desde una nueva perspectiva. El dolor previo y su aprendizaje te permiten ahora observar con conciencia expandida, y con tal sabiduría puedes ver que hay mucho más que ganar de esa herida, serás más fuerte y más sabio que antes.
Mira atentamente las defensas que construyes alrededor de esa herida, y observa cómo se activan cuando esa herida vuelve a ser tocada (como rabia, frustración, tristeza, angustia, miedo, violencia, lucha, odio…). Reconoce que aquella persona o situación no llega a tu vida para molestarte, sino que es un recordatorio sagrado para seguir sanando. Desde ese lugar no es necesario pelear y seguir resguardándote en pesadas armaduras, “hay mucho amor disponible para ti si solo lo dejas entrar” (Osho).
Tras todas estas heridas, se encuentra una básica: la alienación, sentirnos y pensarnos separados y desconectados de la vida de una u otra manera. Sanar tal herida te llevara a resolver los demás desafíos de la vida, pudiendo contemplarnos, comprenderlos y resolverlos con mayor facilidad.
- Busca un estado de armonía, allí se abre y aclara todo el panorama de la vida.
- Ve más profundo en ti, penetra el dolor, úsalo como un río; dentro de él fluye hasta ir muy adentro, te encontrarás más cerca de tu verdad primordial que nunca.
- La herida no existe, la herida es solo una falla en tu percepción de la vida. Perdonar, hacer higiene mental, cortar con el pasado ayuda a aliviar el dolor, tal vez para siempre.
«Si te sientes miserable, deja que eso se vuelva una meditación. Siéntate silenciosamente, cierra las puertas. Primero siente la miseria con toda la intensidad posible. Siente el dolor. Puedes de repente ser consciente de que el dolor no está solo en tu corazón, sino en todo tu cuerpo, que eres solo dolor. Si puedes experimentarlo – esto es de tremenda importancia -, entonces puedes absorberlo.
No lo rechaces, es una valiosísima energía. Absórbela, bébela, acéptala, dale la bienvenida, agradécela. Puede que te tome unos días digerirla, pero el día llega, haz cruzado una puerta que le llevará muy muy lejos.
Un nuevo viaje a empezado en tu vida, te estas moviendo hacia un nuevo Ser, por que inmediatamente al aceptar el dolor sin rechazo en absoluto, su energía y su cualidad cambian. Ya no es dolor. Se ha transformado en éxtasis, ese dolor se convierte en dicha.»
(Osho)