Los mandatos familiares que te atan: qué son y cómo empezar a identificarlos y cambiarlos

Mucho de lo que te sucede en tu vida tiene relación con los mandatos familiares inconscientes (algunas veces conscientes) que sigues como parte del piloto automático de tu vida. Son tan poderosos que incluso, así lo he visto en consulta, pueden llevar a enfermedades graves y hasta la muerte.

En este texto te explicaré qué son y cómo funcionan estos mandatos familiares, qué implican en tu vida y cómo empezar a liberarte de ellos.

Para empezar voy a usar un concepto que me gusta mucho: el libro de las cuentas familiares de Ivan Nagy. Imagina un libro de cuentas de una empresa, con anotaciones permanentes de ganancias, pérdidas, deudas, entre otras. Y con balances al final de los diferentes periodos de tiempo. De esa misma forma funciona el libro de cuentas familiares, en el que se “registra” todo lo que sucede en una familia a través de las generaciones. Por lo general, el balance siempre es negativo, siempre hay deudas. Y de esta forma te llega el libro cuando naces.

Sobre esto, ten en cuenta lo siguiente:

  • Así como se habla de un alma individual, también es posible hablar de un alma familiar, en donde se “guarda” toda la información de lo que sucede dentro de un sistema familiar a través de las generaciones.
  • Otra forma de ver esto es desde un concepto que originalmente se utilizó para explicar por qué las especies comparten información a través del tiempo y el espacio. Para ampliar esto puedes consultar el concepto de campos mórficos de Rupert Sheldrake. A partir de esto, es posible hablar de cómo lo que le sucede a una generación puede ser “heredado” a otra.
  • Como yo lo veo y lo trabajo en consulta, desde que somos concebidos nos entregan un guión familiar, en el que está escrito el camino desde las vivencias familiares anteriores.

¿Por qué el libro de cuentas familiares te llega en negativo?

Algunas razones son:

  • Lo que en una generación no se resuelve.
  • Las cargas emocionales que no se liberan.
  • Las heridas que no se sanan.
  • Los desequilibrios en el sistema.
  • Las personas que por alguna razón fueron excluidas del sistema familiar.
  • Las lealtades.

Cada una de estas situaciones, y otras, se convierte en un “debe” dentro del libro de cuentas familiares, queda como un pendiente. Y ese libro te llega con la tarea, que no sabes, de poner la cuenta en ceros. Y como no lo sabes, y tampoco te corresponde, se convierte en una carga, en un bloqueo o en una limitación en algún aspecto de tu vida.

¿De qué formas te puedes enganchar a los mandatos familiares?

Ten en cuenta que existe mucha información sobre tu familia que no conoces de forma consciente, pero que actúa sobre tu vida. Lo que te voy a mencionar son solo algunas formas en las que los mandatos pueden funcionar.

  • Puedes repetir los patrones heredados de tus ancestros en algún ámbito de tu vida. Esta es una repetición desde la lealtad, desde la necesidad de pertenecer a una familia o como agradecimiento por estar dentro de una familia.
  • Puedes intentar “reparar” algo que hizo alguien de tu familia. Por ejemplo, si tu abuelo fue maltratador, puedes convertirte en alguien que se deja maltratar, en un intento de compensar o de equilibrar. En este caso se trata de lograr un falso equilibrio, sin que realmente logres hacerlo.
  • En los sistemas familiares cada dolor no resuelto o cada persona que no es vista se convierte en un agujero que alguien, de alguna generación siguiente, ocupa a través de limitaciones, bloqueos, enfermedades, etc.
  • Puedes seguir el camino de otros. Sentir, por ejemplo, que si alguien murió antes de tiempo también es tu destino irte, lo que puede significar enfermarte, morir o tener una vida a medias, como si no merecieras más.

¿Qué hacer para empezar a liberarte de los mandatos familiares?

  • Lo primero que debes tener en cuenta es que no hay nada de lo que ha pasado antes en tu vida o en tu familia que te determina. Lo que determina es lo que hagas hoy por ti. Es importante que esto se vuelva un mantra diario, una oración permanente, una certeza.
  • Si bien naciste dentro de un sistema familiar, tu “destino” no es seguir el guión que te heredaron. Ese libro de cuentas familiares no te pertenece, como no le pertenecía a nadie dentro de tu familia. Pero ahora eres tú quien puede quitártelo de encima, y de paso, hacerlo para las generaciones que siguen.
  • Tu papá y tu mamá cumplieron una tarea muy importante: servir de canales para que llegaras a la vida. Pero tu vida los trasciende, viene de otro lado: de tu Padre divino y de tu Madre tierra. Y si esto es así, lo que haya pasado con tus ancestros no tiene que volverse una carga. La vida de la que vienes y la vida que eres es ajena a estos pesos y limitaciones.
  • El “destino” es como un largo camino en el que, como corredores de relevos, tomamos pasamos la posta unos a otros para continuarlo hasta el final. Desde esa idea, aplicada a los mandatos familiares, nos limitamos a seguir por ese camino repitiendo, reparando, siendo leales y manteniéndonos dentro del guión familiar. No hay destino escrito para nadie. No hay destino que debas seguir por ser parte de una familia. No es necesario decirle sí al destino que otros siguieron antes. Cada uno tomó su decisión. Cada quien vivió lo que tenía que vivir. Ahora tú puedes decidir qué quieres vivir y que no quieres vivir.
  • No hay nadie en tu familia a la que le debas algo o cuyas expectativas debas cumplir. No hay nada ni nadie a quien le debas ningún tipo de lealtad. Tú única forma de agradecer a tu papá y a tu mamá por servir de canales para que llegaras a las vida es dedicarte a ser feliz y a construir la mejor vida posible.
  • Una vez llegaste a la vida la tarea principal de tu mamá y tu papá se cumplió. Lo que pasó después no tiene influencia en tu conexión con la buena vida. Lo que pasó después puede implicar otro tipo de heridas que es necesario sanar, pero no tiene que ver con tu conexión plena con la vida.