No todos los terapéutas somos iguales
Soy terapeuta de la misma forma en que construyo mi camino de vida todos los días. No puedo estar frente a otros y apoyarlos en su sanación y transformación si no lo hago desde lo que creo, desde la conexión que tengo con la vida y desde mi opción particular de servir a los demás. Y así debería ser en todos los casos.
Es por eso que no todos los terapeutas somos iguales. Cada uno actúa desde su lugar particular y su apuesta de vida. Es imposible hacerlo desde otro lugar. Así, la búsqueda de mi forma de ser terapeuta ha estado de la mano de la búsqueda de mi forma de ser humano.
Cada terapeuta elige un marco general y una serie de herramientas de acuerdo a sus creencias, a su mirada de la vida, a sus potencialidades, y también de acuerdo a sus imperfecciones. Solo desde allí es posible ser coherente y aportar un apoyo real, afectivo y efectivo a los demás.
Desde el camino que yo elegí, me contemplo y contemplo a las personas que buscan mi apoyo como seres integrales, con múltiples dimensiones (cuerpo, mente, emociones, afectos, espíritu, energía). Los considero, igual que a mi mismo, como personas con todas las herramientas para resolver la vida y ser felices. La cuestión es que a veces esas herramientas se esconden, se extravían.
En la terapia de sanación integral no encontrarás etiquetas para lo que eres o lo que te pasa, no tendrás un proceso de muchos meses, no seguirás del lado de las víctimas o de los culpables, no encontrarás juicios ni oirás nunca que la vida es un sacrificio o que te mereces poco.
No todos los terapeutas somos iguales. Por eso, al buscar tu opción de terapia, cualquiera que sea, busca la que se conecte contigo, la que resuene en tu interior, la que te contenga, pero también la que te exija, la que te contemple como un ser integral con todo lo necesario para ser feliz.