Para cumplir propósitos: despierta el coraje
Theodore Roosevelt pronunció el discurso en la Universidad de La Sorbona en Paris, Francia, el 23 de abril de 1910 que se hizo famoso por este fragmento:
«No es el hombre critico el que importa, ni el que se fija en los tropiezos del hombre fuerte, ni en que ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor.
El mérito es del hombre que está en el ruedo, con el rostro cubierto de polvo, sudor y sangre; del que lucha valientemente; del que yerra; del que fracasa una y otra vez, porque no hay intento sin error ni fallo; del que realmente se esfuerza por actuar; del que siente grandes entusiasmos, grandes devociones; del que se entrega a una causa digna; del que, en el mejor de los casos, acaba conociendo el triunfo inherente a un gran logro, y del que, en el peor de los casos si fracasa, al menos habrá fracasado tras haberseatrevido a arriesgarse con todas sus fuerzas…»
Es justamente atrevernos a arriesgarnos lo que cuenta para que este año, este ciclo, este mes, esta semana o este día valga la pena.
Pero atrevernos a arriesgarnos implica elegir vivir desde el corazón, y para ello, tendremos que ser capaces de quitarnos las corazas, de mostrarlo tal cual es, de vivir sintiendo, de ser genuinos desde lo que somos y lo que añoramos.
Y esto no siempre es cómodo, por eso nuestros impulsos de cambiar, de crear o iniciar algo nuevo se pierden en el tiempo como buenas intenciones infructuosas, porque para cambiar, crear e innovar debemos tomar riesgos, debemos enfrentarnos al miedo de no ser suficiente, al miedo de necesitar a otros, a tocar esa parte sensible que juzgamos como improductiva (los sentimientos y las emociones), y a confiar en nosotros, los otros y la vida.
Por eso se requiere un coraje que permanezca y nos acompañe todo el año, un coraje que nos impulse a atrevernos a arriesgarnos, para eso sigue estas directrices de la psicóloga, investigadora y escritora Brené Brown:
- Cultiva la autenticidad: descarta lo que piensen los demás.
- Cultiva al autocompasión; descarta el perfeccionismo.
- Cultiva un espíritu resiliente; descarta la indiferencia y la impotencia.
- Cultiva la gratitud y la dicha; descarta la escasez y el miedo a la oscuridad.
- Cultiva la intuición y confía en la fe: descarta la necesidad de certeza.
- Cultiva la creatividad descarta la comparación.
- Cultiva la diversión y el descanso: descarta el agotamiento, como símbolo de estatus social, y la productividad como medio para valorar el mérito propio.
- Cultiva la calma y la quietud: descarta la ansiedad como estilo de vida.
- Cultiva un trabajo que tenga sentido: descarta las dudas sobre ti mismo y el «se supone que…».
- Cultiva la risa, el canto y la danza: descarta ser una persona formal y «controlarte siempre».