¿Quieres respuestas? Aquí las encontrarás
Tenemos que reconocer que este es un mundo sobre estimulante, la publicidad, los medios, las redes y lo rápido de la vida hacen que sea fácil perdernos en todo ello y cuando nos damos cuenta estemos llenos de preguntas, de dudas, de vacíos, de partes internas aun no reconocidas ni sanadas o de cosas pendientes que olvidamos y descuidamos.
Cuando nos damos cuenta de eso, es porque andamos con un sinsabor, insatisfacción o incomodidad no identificada que nos pesa o nos ahoga y que intentamos a veces evadir sumergiéndonos aún más en todo eso que nos entretiene y mantiene ocupados.
Terminamos diciéndonos que no es tan grave ni para tanto, que eso puede esperar aún más, que a qué horas con todo lo que hay que hacer, y así le vamos haciendo el quite a encontrar las respuestas que nos esperan.
Preguntas como…
…¿Para que todo esto? ¿Por qué a mí? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué quiero de verdad? ¿Porque aunque lo tengo todo no me siento bien? ¿De dónde viene este vacío? ¿Cómo resuelvo esto pendiente? ¿Cómo suelto esto? ¿Qué me hace falta para atreverme al cambio? ¿Por qué no lo puedo perdonar/superar? ¿Qué hago con esta tristeza? Etcétera, etcétera.
Tal vez las evadimos porque son preguntas complejas, o porque nos asustan las respuestas que podamos recibir o de pronto porque olvidamos que el lugar donde se responden no es en los Himalayas sino más cerca, si!, adentro de cada uno (aunque suene a cliché).
Pero, aja, adentro, mmm! (cara de “ya sabía, y ¿qué con eso?”) Si, adentro, la verdad es que podría proponerte una semana de retiro, o buen viaje a la India, o un seminario con el mejor gurú, pero al final de todo eso ¿no te estarían diciendo otros lo que tú ya sabias?
Y para llegar al lugar donde están todas las respuestas y esa inmensa sabiduría, (porque es cierto, ahí está, ¡adentro!) necesitas hacer lo contrario a lo que haces cada día: silenciarte, no frente a un altar mandando a callar a todos, sino soltando el celular, bajándole el volumen a la cabeza, respirando bien y de verdad, sintiéndote, y sobre todo dejando que las preguntas surjan sin el afanoso acoso al que las sometes a diario, saboreándolas y sintiéndolas.
Rindiéndote a eso dentro que sabe y a eso Sabio afuera que te sostiene para que las respuestas aparezcan.
Si quieres intentarlo, acá esta una guía:
- Busca un momento (agéndalo) y lugar propicio para poder estar tranquilo y en silencio contigo mismo.
- Haz lo que sea necesario para proteger este espacio (apaga el celular, cierra la puerta, avisa a los otros que no te interrumpan…).
- Ponte cómodo, sentado o acostado, en el suelo, en la cama, o mejor, sobre el pasto.
- Respira muy muy profundo, la respiración es un camino rápido al mundo interior y superior.
- Cuando te sientas liviano, relajado, haz tus preguntas, sin afán, sin mente.
- Empezaras a recibir las respuestas en forma de frases, imágenes, recuerdos, sensaciones que estarán acompañadas de una gran certeza, una increíble comprensión y una profunda claridad.
- Regresa al mundo, y ponte en acción, vive y decide desde esa certeza, compresión y claridad.