Doblarse, no quebrarse

Miro por la venta y en pleno aguacero veo los grandes árboles doblarse y rendirse ante la fuerza del viento, y luego regresar a su centro, como si nada. ¿Y si así nos pasara? Si lograramos rendirnos ante los desafíos, retos, y dificultades de la vida sin perder la conexión con nuestras raíces y luego volver a centrarnos, sin dejar que el cambio que se presente nos desconecte, nos parta o nos despoje de la belleza.

Expectativas / fluidez: esperamos que la vida suceda de cierta manera, hacemos grandes planes de una vida en crescendo constante, aspiramos solo a ciertas cosas y excluimos del panorama otras, nos rigidizamos a partir de como esperamos de los otros sean. Pero en la fluidez somos capaces de dejarnos sorprender, de encontrar lo maravilloso en lo que se va presentando, de soltar lo que no se da, de apreciar la vida entera en medio del cambio y los movimientos inesperados, de danzar, recibir y dar sin expectativas o pretensiones.

Mente / Corazón: seguimos la carreta familiar y social, hacemos planes y queremos seguir los pasos que nos dicta el guión ancestral, actuamos con lógica, pensamos la vida. Pero desde el corazón podemos actuar con sabiduría, nos dejamos aconsejar por los deseos, sueños y la pasión que son solo la semilla de lo divino dentro nuestro; damos lo mejor y dejamos que la vida nos moldee porque sabemos que su naturaleza es sólo el amor, amamos y nos dejamos amar en todas las formas, sin condiciones, planes, medidas o plazos; permanecemos conectados al Amor Supremo, sentimos la vida.

Rigidez / vulnerabilidad: decidimos enfrentar y luchar la batalla de la vida, y para ello requerimos una coraza (que aprisiona el corazón), armas y garras para defenderse de los peligros; nos anticipamos a los problemas; nos quejamos y nos volvemos víctimas por que las cosas no son como queremos y olvidamos que la fuerza está en la vulnerabilidad, en recibir los aprendizajes con el corazón abierto; en cambiar la perspectiva que tenemos y disfrutar la vida como un regalo oculto en cada experiencia; en permitirnos el dolor, las emociones como tristeza, miedo o rabia pero también la alegría, la gratitud, la paz, y libertad.