Bien y mal: la paradoja vital
La manifestación de la vida se da siempre en opuestos. Los chinos lo expresaban a través del Tao, con el famoso diagrama del Yin y yang; para el Tantra, Shiva y Shakti equivalen a la conciencia y la fuerza creativa que danzan permanentemente en todo lo manifiesto; Dios y el diablo para los cristianos; materia y energía oscura en el universo; electricidad y magnetismo; masculino y femenino; hemisferio izquierdo y derecho del cerebro.
La vida es una paradoja, y aunque pretendamos quedarnos solo con lo bueno, la luz, la belleza, los nacimientos, el éxito, el amor, el placer y lo correcto siempre estarán esperándonos el mal, la oscuridad, la fealdad, la muerte, el fracaso, el miedo, el dolor y lo incorrecto.
Vivir de verdad, no puede consistir en aspirar a escindir la mitad de nosotros y la mitad de la vida, no es digno castigarnos porque nos equivocamos, porque fracasamos, porque nos enojamos, porque duele o hay tristeza.
Internamente y como sociedad nos iremos sanado realmente si dejamos la expectativa de la perfección y el premio del cielo, eso solo nos llena de culpa y vergüenza, porque no podemos ser perfectos de esa manera.
Sanaremos recordando que todo es luz, bajo toda circunstancia, todo el tiempo, de todas las maneras, en todas las personas, en todos los lugares, y esto, no para ser mártires y víctimas de los otros, si no para vislumbrar la única verdad oculta en todo: la perfección está en la danza de los opuestos.
Así aceptaremos tan fácilmente los días tristes como los felices, los defectos como los talentos, las muertes como los nacimientos, los cambios como la estabilidad, al asesino como al santo, y recuperaremos esa paz y armonía tan anheladas.
Sentiremos descanso, pues por fin, la vida es un escenario de disfrute y una oportunidad de celebración de TODO SIEMPRE.
Amaremos de verdad, porque no exigiremos al otro rectitud absoluta.
Reiremos a carcajadas por fin porque sabremos que en los cielos no hay un juez esperando el momento para castigarnos, sino que todos caminamos en una red de infinito amor y bondad que nos deja ser y hacer lo que nos nazca, porque en el fondo no estamos separados de ese tejido primordial: también somos luz.
Encontraremos sentido en la vida, porque ¿no es cruel vivir pensando que nacemos para sufrir, luchar y corregir errores? Veremos que cada día la vida es infinitamente generosa mostrándonos motivos y su infinito amor.