Los miedos

Jorge Arce Hernández

Hay muchas clases de miedos y miedos a muchas cosas, situaciones, personas… Hay unos tan profundos que parece que nunca se van a ir y otros que se espantan con un viento suave.

La relación con nuestros miedos toma muchas formas: huimos, cerramos los ojos, nos paralizamos, los escondemos, los ignoramos, los odiamos, los usamos como disculpa. A veces creemos volvernos tan fuertes que les damos la espalda, hasta que regresan más fuertes.

Pero el miedo, por más fuerte que sea, no es el problema, como ninguna de las emociones. Lo que si lo es, es la forma en que lo vivimos.

Para saber qué hacer con tu miedo, ten en cuenta lo siguiente:

  • Cualquiera que sea tu miedo, se instaló en ti por alguna razón. Y en algún momento, aunque no lo recuerdes, te fue útil para algo, aunque ya no lo sea y te agobie. Por eso, soltarlo debe partir del agradecimiento, en especial, por los aprendizajes. Depende de ti recibir los aprendizajes. Recuerda que lo que no aprendes en una situación se repite en otra, y así, las veces que sea necesario hasta que lo logres.
  • Si peleas con tu miedo, si lo quieres sacar de tu vida “a las malas” terminas peleando contigo y se aferra más. Ese miedo es parte de ti, también eres tú. Míralo de otra forma.
  • El miedo puede ser un trampolín muy grande en tu vida. Depende de cómo lo mires, qué haces con él y lo que aprendes. Puede ser un aliado o puede ser tu enemigo. Tu decides.
  • El miedo se empieza a ir cuando te conectas con la confianza en la vida, con la confianza en ti.
  • Lo que crees de ti frente al miedo también es muy importante. ¿Qué te dices sobre el miedo? ¿Qué crees de él? ¿Qué has escuchado de los demás? ¿Qué te dices de lo que eres capaz frente a un miedo? Revisa tus creencias para que no te limiten ni te enreden más.
  • Revisa cuáles de tus miedos son concretos y tienen causas reales y concretas. Hay varios así y no tienen por qué ser un obstáculo. Es importante que hagas esa diferencia.
  • Los miedos no son iguales para todos y los recursos para enfrentarlos tampoco. No te compares. Vive tus miedos a tu manera, encuentra tus propias herramientas, aunque algunas externas también te pueden ser de utilidad.
  • El miedo también es biológico, existe para tu supervivencia física y psicológica. No sentirlo señala un problema: te has anestesiado y arremetes contra la vida sin precauciones. Recuerda que la valentía y el coraje deben ir acompañados de la prudencia.
  • El miedo se calma al escucharlo con respeto y al valorar su mensaje genuinamente. Cuando te das cuenta y cuando aprendes, ya cumplió con su misión.