Ser adulta es recordar que ya no eres esa adulta
Cuando siendo niña no recibiste de tus cuidadores primarios atención a tus necesidades legítimas y genuinas de protección, conexión y sintonía, validación emocional, reconocimiento de tus logros sin juicios ni expectativas, ni celebración vas a tener inevitablemente una niña interior herida. Esa niña se va a trasladar a la adultez como una adulta que no es capaz de funcionar plenamente en todos lo ámbitos que le exigen la adultez porque todavía no ha resuelto lo que le paso a esa niña que lleva dentro de sí.
En la infancia estas son necesidades inaplazables, fundamentales e irremplazables para el desarrollo cognitivo, emocional y afectivo de una persona adulta, cuando eso no se obtiene del todo o en absoluto, será inevitable que esas necesidades sigan estando allí sin haberse resuelto, y continúan colándose en nuestros vínculos, profesión, salud, espiritualidad… de manera no sana y terminemos pasandola mal, sintiendo mucho dolor, e incluso produciendo sufrimientos otros.
Parte de la sanación de eso que le pasó a la niña va a tener que ver con que la adulta reconozca que ya no es esa niña, es decir que te des cuenta que ya no necesitas que los otros te de eso, como si lo necesitabas siendo niña. Aunque esas necesidades hayan quedado pendientes, no es responsabilidad de tus padres, pareja, familia o amigos suplir esas necesidades sino que ya ahora es tu responsabilidad.
Es una mala noticia, porque si estás demasiado acostumbrada a estar en ese dolor, sufrimiento y victimismo del discurso de la niña, no vas a poder seguir exigiendo a los otros, manteniendo altas expectativas hacia ellos, ni esperando que te salve un príncipe azul, que tu padre te pague la deuda, que tu madre te alivia el dolor emocional, sino que ahora es tu labor.
Pero es una buena noticia porque no dependes de nadie diferente de ti misma, siendo así, la naturaleza es muy sabia y te nos da los recursos para poderte hacer cargo de esa niña.
No se trata de evadir a esa niña, eso que le paso, y sus necesidades no resueltas, y decir eso es «historia del pasado, sigo como si no hubiera pasado, y ahora me comporto como una adulta», porque eso no va a salir bien. Lo que sí va a funcionar es que yo como adulta me haga cargo de esa niña, de todas esas necesidades que no tuve resueltas cuando era niña, y ahora me hago cargo de que eso se resuelva, de que eso sea aprendido.
Una parte de la sanación desde la adulta, va a tener que ver con abrazar a esa niña. El auto maternaje es esa tarea de sanación en donde tu te haces cargo y abrazas, contienes, cuidas y nutres esas partes heridas de ti que no fueron cuidadas adecuadamente de manera oportuna y ahora las sostienes sabiendo que desde la adulta si no tienes los recursos, podemos buscar ayuda, pero podemos hacernos cargo de eso que necesitamos profundamente atender, sanar, cuidar y cultivar.
La segunda parte tiene que ver con reconectar con el poder para sanar, y recordar que ya siendo adulta, puedes tener libertad de elección, de decisión frente los retos, los dolores, las heridas del pasado y lo que tu quieres hacer ante eso. Desde el poder personal aparece la responsabilidad como esa capacidad de responder ante lo que te sucede y hacerle frente. Puedes hacerte cargo de lo que te pasó, lo que necesita esa niña aun por sanar y resolver y las necesidades presentes de la adulta.
Entra a una observación consciente: ¿en que momento esto que me está doliendo o costando en este presente es lo que desde mi niña se está colando porque no lo he sanado y no lo he atendido, y que en este momento está siendo una necesidad y deseo de mí adulta? Distinguirlo es importante porque son necesidades distintas. Lo no resuelto de la niña aparece como una distorsión del presente, p, ej «este dolor no tiene que ver con lo que está pasando ahora en mi vida». Cuando la niña interior herida aparece, ahora recurre siempre al auto maternaje para poder volver al presente y hacerse cargo de lo que realmente está sucediendo.
La adulta en su experiencia emocional, cuando ha sanado su niña interior, tiene mayor liviandad: por ej., es un enojo que se resuelve fácilmente en ese momento, que lo puedo asimilar, ver y me puedo hacer cargo, pero no es un enojo cargado de los enojos de lo que me paso con mi ex, con mi jefe, en la universidad, en el colegio, en el jardín y de lo que me hizo mi mamá». Allí esas emociones agrandadas tendrán que ver con todo lo que no he sanado, y los patrones que me hacen arrastrar contenido desde mi infancia.
Seguirás siendo humana con todas los matices que la existencia implica, pero podrás hacerte cargo de una manera más tranquila y menos sobrecargada al haber sanado las heridas de tu niña.
El auto maternaje en la adultez implica ser la primera cuidadora, protectora, defensora y nutridora de ti misma. Ya no esperando que sea alguien más quien lo resuelva. te consuele, te cuide, te contenga, te regule.
Todo esto es posible cuando recuerdas que siendo adulta, te puedes hacer cargo tanto de lo que pasó siendo niña, por que ya no eres esa niña y de lo que te pasa en el presente porque tienes los recursos, o los buscas o pides ayuda, y en cualquier escenario vas a estar bien.
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