¿Cómo encontrar la bendición tras el dolor?
El trauma es una experiencia abrumadora dada por situaciones de riesgo para nuestra supervivencia y seguridad. El trauma es físico y psicológico, tanto el cuerpo como el cerebro reaccionan con alarma. Las respuesta es similar a las del estrés, pero con una magnitud dramáticamente mayor porque percibimos que las apuestas son más altas. Estamos listos para lucha o huir pero si la situación sobrepasa nuestros recursos nuestro cuerpo se congela, rinde y colapsa.
Del estrés, dolor al trauma
El estrés puede ser un lugar de partida para el trauma. Un estrés provocado por fechas limites o trafico, o el crónico proveniente de ir a un trabajo que odiamos, o uno más intenso a causa de la perdida de un ser querido, o los mas severos como los de la violencia, abuso o la guerra.
Al movernos en la vida esas experiencias estresantes que no «sacudimos» se acumulan llevando al sistema a un estado reactivo, sobre cargado y de hipersensibilidad que lo mantiene en tensión. Tensión que con el tiempo se hace dolor, un dolor emocional intenso o agudo (tristeza, depresión, ira, ansiedad, etc.) o un dolor físico sin causas aparentes y de difícil tratamiento (fatiga, insomnio, dolencias crónicas, etc,). Si al momento del dolor no tomamos las medidas apropiadas este sufrimiento crónico terminará afectando el centro de nuestro ser (mente, cuerpo y espíritu). Allí estamos a un paso del trauma.
Sanación innata
Los humanos poseemos una capacidad restauradora orgánica innata del cuerpo. El trauma no tiene que marcarnos de por vida. De hecho, podemos recuperarnos completamente. Como individuos traumatizados tenemos acceso a procesos naturales, genéticamente codificados dentro del cuerpo, que nos permiten sanarnos del trauma. El cuerpo humano es capaz de sanarse de las más extenuantes experiencias. Pero requiere algo más que tiempo. Significa estar consciente de la capacidad restauradora del cuerpo y estimularlo activamente para que haga su trabajo.
Soltar la resistencia al impulso evolutivo natural
De hecho, estamos obligados fisiológicamente a deshacernos de cualquier cosa que obstaculice nuestra supervivencia. Nuestro cuerpo sabe que somos capaces de soportar y recuperarnos de las más horribles tragedias. Así podemos completar una fase de nuestra vida y empezar la siguiente.
Nuestro temor a sumergirnos y trascender los efectos del trauma, por miedo al dolor, es en realidad una renuncia a nuestro impulso evolutivo natural. Esta resistencia reprime nuestra fuerza vital y disminuye nuestra capacidad de crecer internamente como seres, de transformarnos y cambiar, y aprender de las experiencias pasadas para mejorar nuestra vida actual. A menos que soltemos esa resistencia, no podemos sanar y mejorar la estructura destrozada del yo.
No solo es posible recuperarse de eventos terribles que nos impactan casi hasta la muerte, sino que además tenemos la posibilidad de convertirnos en personas compasivas, generosas, integradas, completas y más plenas que antes del trauma. Si el proceso de recuperación se toma seriamente viviremos una vida más productiva y satisfactoria sin el costo de remedios caros (y sus efectos secundarios) y a menudo sin ayuda profesional.
Recuerda que la recuperación esta en tus propias manos
Necesitamos reconectarnos con esa sabiduría genética y orgánica que nos permite transitar sanamente el dolor, el miedo y el trauma que son inevitable.
Sea cual se el trauma que hayamos vivido, la ayuda que nos empodera es la más efectiva para tomar la recuperación en nuestras propias manos. Porque nadie puede sanarnos, y la sanación del trauma no viene en una pastillita, esa labor es nuestra responsabilidad.
La meta es recuperar el contacto con esas herramientas innatas e instintivas dentro de cada uno para poder sanarnos a nosotros mismos.
La tarea es encontrar las herramientas para recuperarnos y además tener una guía completa para enfrentar cualquier evento traumático futuro.
El auto-empoderamiento nos otorga la integridad necesaria para resolver el dolor por nosotros mismos.