Bendita y necesaria oscuridad

Una de las palabras más famosas del budismo es tal vez ‘nirvana’, ese que se equipara al ‘cielo’ católico, pero que en realidad traduce ‘oscuridad’, ‘extinción’, ‘desaparición’, ‘disolución’ ‘desvanecimiento’ o ‘apagar la vela’.

Mucho se habla de la luz, pero muy poco de la oscuridad.

La oscuridad es silencio, la ausencia de actividad, donde la acción compulsiva y patológica desaparece, y ya no se trata de hacer, solo de Ser. La oscuridad es una oportunidad de humildad y de encuentro con la vastedad interna.

Puede que hallan otros, pero la oscuridad nos impide verlos, y quedamos en silencio solo con nosotros mismos, sin referencia ni interferencia  externa.

Todos tenemos que lidiar con la oscuridad, a veces la experiencia vital nos sumerge en ella (las perdidas, duelos, crisis, depresiones, etc.) y otras veces elegimos atravesarla pues es un paso indispensable para sanar y crecer.

Como sea que la encontremos, deberemos recordar, que como para los budistas, es un estado deseable y necesario. Aunque goce de mala fama, la oscuridad es el escenario inamovible donde la luz aparece.
 

“La oscuridad tiene silencio y tiene profundidad. Y tiene paz, la oscuridad se lleva todo tu conocimiento, se lleva todo lo que pensabas te pertenecía. Te conduce a lo desconocido, al misterio. La oscuridad es uno de los grandes misterios de la existencia, mucho más que la luz.
Y aquellos que temen la oscuridad nunca serán capaces de entrar a su propio ser. Ellos darán vueltas y vueltas, y nunca se encontrarán.” Osho
Cuando reunimos el valor, y nos dejamos envolver en el abrazo de la oscuridad seremos capaces de:

Ser compasivos, pero de verdad. Dejaremos de mirar al otro con esa repugnante ‘lastima con risa’ y sabremos muy bien a que sabe el dolor, seremos capaces de mirar a los ojos al otro mientras llora, de sentarnos en silencio y solo estar, de tomar la mano, sin palabra alguna y con el corazón abierto sentir al otro. Si el vicio del juicio, sin el peso del intelecto que receta escapes.

Mirar atrás sin arrepentimiento ni culpa. Sabremos que hicimos lo mejor, que a pesar del miedo que da habitar la oscuridad pudimos atravesarla y encontrar que todo lo que paso fue perfecto y era necesario, y que estamos en paz con todo.

Tomar mejores decisiones. La oscuridad nos inyecta sabiduría, no la de los libros de autoayuda, sino la que viene de vivir, de sentir y de llorar. Esa sabiduría será claridad, será decisión, será liviandad en adelante.

Ser flexible. Porque descubres que no lo sabes todo, que es mejor no tener la razón, y golpearse y aprender y vivir, que ser terco y arrogante. Descubres que la verdadera fortaleza está en ser vulnerable, en dejarse amasar por la vida.

Amigarte con la dicha. Porque entiendes que si el dolor igual llega, el tiempo para disfrutar debe ser aprovechado. Porque, como si desvaneciera un velo, ves claramente la belleza que eres, y la maravilla que te rodea. Parece mentira, pero así pasa.

Aprender más sobre el amor y como amar más y mejor. Empezando por ti, porque te diste mucho palo, porque te exigiste de más, porque te olvidaste de ti, porque te sacrificaste por el motivo equivocado…y ahora sabes qué mereces, qué anhelas, y vas por ello!

Temer menos. Ya probaste la oscuridad, ya la habitaste, ya te reconciliaste con ella, parte tuya. Ahora que importa que pase, que importa si regresa, sabes que eres capaz de volverla a atravesar y salir más luminoso.