Como atravesar los miedos

El miedo, como toda emoción es resultado de una experiencia pasada. Su reacción automática en el organismo es la de lucha o huida, activa el sistema simpático y detona una cadena hormonal y neurológica que en el instante nos da energía para sobrevivir, pero sostenida a largo plazo degenera el organismo, provoca la expresión de los genes de la enfermedad y nos hace adictos al miedo.

El miedo es un mal consejero, que nos congela y aprisiona en el pasado, porque ¿quién quiere volver a sentir ese viejo dolor; pasar esa dolorosa perdida; sentir ese profundo sufrimiento? y nos justificamos, excusamos, y boicoteamos, pero solo porque no estamos habitando este presente en el que eso que pasó, simplemente ya pasó, y porque ese miedo consume toda nuestra energía y solo recreamos ese evento pasado y dejamos de crear lo que queremos y merecemos.

Como toda adicción, el miedo se va haciendo necesario, indispensable. Asociamos su presencia con seguridad: si no hago esto o evito aquello estaré a salvo y entonces me siento bien, pero lo que en realidad sucede, es que, como cuando somos adictos al chocolate, consumimos más y más de ello, nos destruimos y cultivamos una falsa sensación de seguridad.

El miedo te quita libertad, y tu libertad es el bien más preciado que posees, porque te permite experimentar todo lo que quieras pero además te permite disfrutar la maravilla, y las sorpresas que la vida tiene en su danza de lo inesperado.

Lo bueno es que el coraje, el amor, y la creatividad están al otro lado.
Tienes que elegir: porque nadie lo puede hacer por ti, porque tienes dentro todo el poder para cambiar el rumbo, y decidir desde el amor para ti, porque el miedo no ha sido la mejor forma de amarte pero en cada instante, y tantas veces sea necesario puedes elegir mejor.

El miedo es la semilla de una experiencia más elevada, sutil y evolucionada: el coraje. El coraje no es la ausencia de miedo, es por el contrario, el testigo de ese miedo, la acción pro-activa y la respuesta consciente que te permite moverte al mejor lugar para ti, que se haya en la expansión, la innovación, la libertad, lo desconocido y lo incomodo.

El amor lo sana todo, y también sana el miedo, en el amor solo el honor, la dignidad, el coraje y la libertad tienen cabida. En el amor podemos ser cada día mejores versiones, no exentas de errores o de emociones densas, pero siempre capaces de elegir de nuevo y desde el amor. Entonces cultiva ese amor en todas sus formas, déjate amar, ama mucho, siente el amor de la vida, amáte más.

Crea, usa el calorcito de la creatividad que descongela el miedo, y enfócate en crear lo nuevo, lo bello, lo que deseas, lo que te da gozo, y deja de darle de comer a tu miedo, deja de brindarle lo mejor de tu energía.

Repite, porque así como ese miedo se hizo grande y fuerte con cada plato de energía que le brindaste al desayuno, al almuerzo y a la comida, enfocándote repetidamente en el amor, el coraje y la creatividad, nutres y fortaleces esos músculos, esas redes neuronales, esas respuestas endocrinas y nerviosas, y esos genes de la grandeza.