Cuando falta el amor

Nuestro dolor compartido como humanidad es el de sentirnos separados, huérfanos del universo aunque la forma en que cada uno vive esa separación es particular. Pero esta herida es ilusoria, y cuando vivimos con ella abierta, sentimos que el amor falta.

Cuando vivimos en esa ilusión nuestros padres no nos dieron suficiente, nuestras parejas nos hieren y nuestros hijos nos fallán.

Desconectados del amor, en la carencia del amor, tampoco somos buenos amantes, no nos resulta fácil amarnos a nosotros mismo, amar la vida y amar a las personas que nos acompañan.

Pero es una ilusión! porque eres amor y «el amor no depende del objeto, sino que es un fulgor de tu subjetividad, un fulgor de tu alma. Y entre más amplio sea el fulgor, más grande es tu alma. Entre más amplias sean las alas de tu amor, más grande es el cielo de tu ser» (Osho).

Cuando recuerdas esto dejas de perderte en las personas o las situaciones, miras más allá y descubres que el amor tiene una fuerza oceánica que te da vida y que te atraviesa a cada instante; descubres que el amor es el estado del ser, lo demás son nuestras formas impuestas, nuestras limitaciones aplicadas a la vida, pero no amor. 

En las frustraciones amorosas, no es el amor lo que falta ni lo que falla, es que restringimos el amor y su poder no puede contenerse, para vivirlo necesitas ser un sujeto amoroso viviendo ese amor que esta en todo tu ser, siendo en ti mismo ese amor divino.

El amor es simple, simplísimo, no tiene nada que ver con los sacrificios, los actos heroicos, o los dramas telenovelescos, el amor esta en los rayos del sol, en la abundancia de la tierra, en cada respiración y detrás de los dolores (tusas, duelos, traiciones, engaños, deslealtades…) y desafíos (porque ellos nos muestran los caminos erróneos al amor).
El amor es sutil, no solo digno de grandes batallas, no solo presente en lagrimas profusas. El amor esta en lo que comes, en lo que oyes, en lo que sientes y sobre todo en lo que eres.

La cuestión no es si nos amaron o nos aman, la cuestión no es si puedes amar a alguien en particular, la cuestión es si eres capaz de convertirte en amor, y ese es el ejercicio cada día, vivir en tu corazón, con tu pareja, tus padres, tus hijos, tus amigos, tus empleados, tus enemigos… al desayuno, al almuerzo y a la comida, ser amor.

Y poco a poco se ira develando ese Amor Supremo, ese amor que esta más allá de los errores que cometieron quienes debían amarnos más o mejor, esta el amor de la vida, de la divinidad que si es grandioso, eterno, incondicional y omnipresente, pero necesitamos desempañar la mirada para ver de verdad, así que deja de culpar, de recriminar, de resentir, empieza a amar, al sol, al viento, al cielo, a tu pareja, a todo…

Ese amor se comparte, porque ningún océano puede guardarse dentro, entonces, deja que ese amor se irradie, generosamente como los rayos del sol, que toque todo, que toque a todos, que a tu alrededor se respire y se sienta el calor de tu amor.

Y si aun te duele lo que te falto, lo que falló en el amor de otros, perdona y cambia el foco, elige a donde miras, elige mirar donde esta ese Amor Supremo, como ese amor se cuela en tus venas sin preguntarte y sin vacilar, mira mejor.

Hoy en cada encuentro, en cada relación, y mientras estés vivo tienes la oportunidad de vivir y ser el amor, no importa cuanto dolor existiese en el pasado, cuanto tiempo hayas caído en la ilusión de estar herido y separado del amor…

…si hoy respiras, hoy puedes ser amor, hoy puedes amar, hoy puedes dejar que la vida te ame.