Concilia el deber con el querer

Yohanna Jaramillo H.

Seamos honestos, esforzarnos por vivir una vida a través del deseo (eso elevado y profundo, cierto e intenso que nos hace crecer) dice mucho de la conciencia que tenemos, de nuestra capacidad de imaginar y de evolucionar.

Los minerales, las plantas y los animales sobreviven, su conciencia es colectiva y ésta rige sus procesos de manera automática. Los humanos, por el contrario, tenemos una conciencia que nos hace motivarnos por crecer y expandirnos a través de nuestras experiencias, nosotros, somos capaces de imaginar un mejor futuro, y buscamos hacer realidad nuestros sueños. El simple hecho de llegar a este punto nos hace seres conscientes.

Pero, ¿cómo conciliar el deseo y el deber en mi vida?

Podemos abordarlo desde 2 puntos de vista:

1. El deseo es un capricho

  • Podemos creer que el deseo es un anhelo que podríamos hacer realidad, pero que nuestras obligaciones nos lo impide; pero ésta idea es solo una construcción más de lo colectivo. La verdad es que el deseo es una revelación de lo divino, que muestra y nos guía hacia caminos de evolución y expansión inevitables. Cuando seguimos el deseo, nuestras necesidades son suplidas, nuestro conocimiento crece, y los caminos se hacen nítidos para llegar al lugar donde queremos estar. Se trata de replantear esta visión de Deseo como algo pasajero y hacernos cargo de ello como algo sagrado que merece nuestra devoción y respeto.

2. Prioridades

  • A veces confundimos ciertas tendencias que se presentan cuando queremos alcanzar algo, y creemos que no es el momento de llevar el Deseo a una Manifestación. Por ejemplo, queremos crear un proyecto que nos apasiona, pero cada vez que trato de concentrarme en ello una somnolencia se apodera de mi. Podemos creer que no estamos listos, que aún no es el momento de llevar a cabo nuestro sueño, que estamos muy cansados haciendo lo que debemos, que no hay espacio para cumplir el deseo; pero el trasfondo se basa en elegir prioridades: ¿qué es más importante?: ¿descansar o escribir?, ¿ver televisión o leer?, ¿qué me acerca más a mi sueño? Una vez nos respondemos esto, asumimos nuestros deseos, y priorizamos nuestras tareas hasta conquistar el objetivo.