Las cajas de la vida

Desde el primer día en el vientre de tu mamá recibiste, imagínalo así, dos cajas: las cajas de la vida. Una venía de tu papá y otra de tu mamá. A su vez, ellos las recibieron de sus padres. Dentro de las cajas está todo lo que necesitas para tener una buena vida, abundante, tranquila, feliz, amorosa. Dentro de las cajas está la confianza, la fuerza, la conexión sana con la raíces, el poder personal.

El problema es que casi nunca las abrimos por completo. Algunas veces no abrimos ninguna o las abrimos y las volvemos a cerrar. La consecuencia de no abrir por completo las cajas de la vida es que andamos a medias, vivimos a medias. Nos encontramos con una vida disminuida, no tan abundante como podría ser, no tan tranquila como debería ser, no tan feliz como lo merecemos. Gran parte de lo que nos sucede en la vida o de lo no nos sucede tiene relación con que las cajas están cerradas o medio cerradas.

¿Cuáles son las causas de las cajas cerradas?

Las piedras

Las cargas que heredamos de nuestros ancestros se convierten en piedras sobre las cajas que no permiten abrirlas. Lo que no se resolvió, se sanó y se vio en una generación automáticamente pasa a las siguientes para que se resuelva. Pero como en esa generación no lo saben (y aunque lo supieran no les corresponde resolverlo), se presenta una falsa resolución a través de bloqueos; enfermedades físicas, emocionales o mentales; falta de abundancia en alguno o en todos los aspectos; desconexión con la vida; dificultad para progresar, para decidir, para concretar; entre otras situaciones. Esas son las piedras sobre las cajas.

Así, es necesario que revises las creencias y las herencias. Por un lado las creencias que dirigen tu vida. Cada situación, persona, dificultad o logro que tienes en tu vida está relacionado con lo que crees sobre el amor, el dinero, la salud, las relaciones, el trabajo… sobre la vida. Seguro tienes creencias limitantes que te llevan por caminos que no son los mejores. Identifícalas, asume lo que implican en tu vida y empieza a cambiarlas.

Por otro lado, están las herencias de tus ancestros, que aunque son más difíciles de identificar también se puede sanar. Hay varias opciones por las que puedes optar dentro de lo que se llama la sanación transgeneracional, que se centra en limpiar las memorias familiares y liberar las cargas, patrones y lealtades que impiden abrir la caja de la vida.

La desconexión

Las cajas vienen con la vida… son las cajas de la vida. Por lo tanto, no dependen de lo que pasó con nuestra mamá o nuestro papá una vez nos dieron la vida. Algunas veces no están presentes (se fueron, murieron, nos abandonaron). Otras, aunque están presentes físicamente no tienen con nosotros la conexión que quisiéramos, están ausentes aunque no se vayan. Otra veces tenemos con ellos una relación difícil, conflictiva, lejana, de maltrato. En estos y en los otros casos, es muy fácil juzgar, descalificar, criticar y desconectarnos de ellos adentro, en el corazón, en el alma. Y debido a los juicios y la desconexión no abrimos las cajas. No nos damos permiso de abrirlas.

Lo que muchas personas no saben es que ya todo lo que necesitamos vino con la vida que nos dieron, independiente de lo que pase después. Las situaciones que vivimos a lo largo de la vida dejan huella, nos agobian, nos debilitan o fortalecen, nos detienen o impulsan. Pero, aunque hayamos tenido una vida difícil, abrir la puerta a la mejor vida posible depende de cada uno. Cada persona es responsable de abrir sus cajas y tomar todo lo que necesita. Y para abrirlas solo hay que abrirlas. Hay que conectarnos dentro con nuestro papá, nuestra mamá y con todos nuestros ancestros, sin importar lo que haya pasado y suceda afuera. La frase, a cada uno de ellos: te tomo en mi corazón tal como eres, sin juzgarte; y la frase a todos: si a todos y si a todo lo que pasó, son un ejemplo de lo que debe suceder dentro de ti para que las cajas por fin se abran.

Los guiones

Desde que naciste empezaste a seguir un guión que, como si estuvieras en una obra de teatro, te dice qué debes hacer, cómo pensar, cómo amar, con qué personas relacionarte, cómo debes ser hijo, papá o mamá, trabajador, pareja, etc. Ese guión viene de los guiones familiares y de lo que pasa en la vida desde que naces.

Como parte del guión nos ponemos máscaras y armaduras, nos hacemos personajes sobre los diferentes escenarios cotidianos. Y como parte del guión también se establecen los niveles de las emociones. Por ejemplo, en una familia se permite una gran cantidad de tristeza y muy poco de enojo, en otra no hay límite para la alegría pero no se permite llorar. También se establece lo que debemos, tenemos y lo que queremos. Así, las obligaciones se ponen por delante y son el marco del guión de nuestra vida. Detrás, a veces muy lejos, queda lo que queremos, los deseos y las necesidades personales.

Lo anterior determina qué tanto se puede abrir la caja, que en ningún caso es por completo. Porque, además, abrirla del todo puede sentirse como una traición a los ancestros que no la abrieron, a veces ni siquiera un poco.

De lo que se trata entonces es de empezar a escribir un guión nuevo, una forma de vida nueva, un camino que sea el que realmente quieres. Un guión en el que no se satanicen las emociones, en el que las creencias sean sanas, en las que el primer amor seas tú mismo, en el que se escriba una única obligación: ser feliz.

Jorge Arce Hernández